Por Hilda Chen Apuy
Escritora Costarricense, Premio Magon
Un paisaje de tonos azulados y una luna de plata con suave resplandor iluminan LOS TOROS PEREGRINOS. Mundo recreado de ensueño, lírica fantasía que nos transmite el amor que este pintor chino costarricense siente por el paisaje guanacasteco que él conoció por muchos años, y al que parece ligado por un profundo sentimiento.
Ningún otro artista costarricense ha pintado ese paisaje con la serenidad y la compenetración con que lo hace Isidro Con Wong. Con delicadeza y ternura en cada pincelada nos presenta el bosque o el campo con árboles, aguaderos, ganado, en cuadros equilibrados, ricos en color. Es el trópico matizado por la sensibilidad de un artista descendiente de inmigrantes cantoneses, pero nacido y formado en el puerto de Puntarenas de hace medio siglo, cuando la vida era más sencilla, más rica en color humano.
El artista nace con una capacidad para mirar y penetrar la realidad circundante, para luego recrear lo que ve. Quizás el alma cantonesa lo acerca a la tierra tropical en que le tocó en suerte nacer; pero Isidro Con Wong no pinta a la manera china; tal vez mira con ojos asiáticos las tierras guanacastecas. No imita a nadie; no busca más que la reconstrucción de un ambiente que conoció con entrega de amante; no desea dominar la naturaleza, sino ser parte de ella.
Tal vez este mensaje que percibimos en sus cuadros, tan olvidado en nuestro mundo moderno, sea más necesario ahora que hemos estropeado tanto nuestro planeta; quizás esa sea una de las razones de su éxito como artista. En los paisajes de Isidro Con Wong descubrimos el paraíso perdido en tantas regiones de la tierra.